jueves, 3 de junio de 2010

La Pirraya


Hace unas horas todo era diferente. Ahora el agua ha sustituido al asfalto; hay lanchas y cayucos donde antes había autobuses y carros; manglar en vez de cemento; verde en lugar de gris; quietud y no zozobra. El hace apenas unas horas eran las agresivas calles de San Salvador. Y el ahora es un lugar llamado bahía de Jiquilisco, reducto de exuberante naturaleza situado a poco más de 100 kilómetros de la capital de El Salvador. Tan cerca y tan lejos.

Esta bahía es paradisíaca pero pocos lo saben.

—¿Y el turismo lo ven como oportunidad o como amenaza?
—Para nosotros sería una oportunidad todo y cuando el turista venga a observar nuestros recursos, no a dañar. La apuesta aquí es el turismo sostenible, el ecoturismo –dice Cristabel Flores, directora de Codepa, una ONG que trabaja en y por la bahía desde hace 11 años.

Turismo sostenible, dice.


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(Este es el inicio de una crónica publicada en la edición de octubre de 2009 de Panorama de las Américas, la revista de Copa Airlines.)

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